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Se presentó libro “Octubre en Chile” de profesor Hugo Herrera

La obra fue comentada por el académico y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Agustín Squella, y la presidenta de Fundación Chile 21, Gloria de la Fuente.

Con un amplio marco de público, se llevó a cabo la presentación del libro “Octubre en Chile. Acontecimiento y comprensión política: hacia un republicanismo popular”, del profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso y director del Instituto de Filosofía de la UDP, Hugo Herrera, obra publicada por la editorial Katankura.

En la oportunidad, comentaron la obra el profesor de Derecho UV y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Agustín Squella, y la presidenta de Fundación Chile 21, Gloria de la Fuente. A la actividad asistieron el contralor interno de la UV, Cristian Moyano, el decano de la Facultad de Derecho, Alberto Balbontín; la secretaria de Facultad de Derecho, Inés Robles; el director de la Escuela de Derecho, Claudio Oliva; profesores, estudiantes, invitados especiales y público general.

El encargado de entregar las palabras de bienvenida fue el director Claudio Oliva, quien aseguró que “la presentación de un libro es el momento máximo y más sublime de la vida universitaria, y, por lo mismo, hay para un académico probablemente pocas cosas más agradables y placenteras que participar en una actividad como ésta, y eso hoy día se valora y agradece más que nunca. En las últimas semanas los momentos de agrado han sido pocos, hemos tenido un momento de alivio, como por ejemplo el de la madrugada del 15 de noviembre, donde se celebró el acuerdo para encausar el proceso constitucional. Los momentos de auténtico agrado han sido pocos y éste, por lo tanto, se recibe como algo especial y con satisfacción”.

“El libro ha sido escrito por Hugo Herrera, profesor de nuestra Escuela desde hace muchos años, donde también estudió, por lo que resulta satisfactorio verlo hoy día entre los intelectuales públicos más relevantes de nuestro país. La obra trata de una reflexión especialmente pertinente y relevante en nuestros días, porque un adecuado entendimiento de las causas de lo que hemos vivido –debate que, yo creo, nos acompañará por años-, es determinante para que podamos encontrar las soluciones apropiadas para los problemas que están a la base de lo acontecido. Es una reflexión que es imprescindible tener con la mayor apertura posible, escuchando el mayor número y diversidad de opiniones para así, lenta y colaborativamente, ir construyendo un diagnóstico que nos permita evitar que estemos sembrando la semilla para una crisis peor”, cerró.

Durante su presentación, Gloria de la Fuente indicó que “creo que nos ha pasado a todos que hemos transitado desde la esperanza a la desesperanza, y esta idea de que a veces no se ven caminos de salida y luego vemos algunas señales que nos vuelven a invadir la esperanza. En esa perspectiva, creo que todos estos tipos de reflexiones son muy pertinentes, porque hay también una co-responsabilidad entre todos como ciudadanos de buscar caminos de salida. ¿Es muy pronto para este libro? Yo creo que no, porque en Hugo viene reflexionando sobre la crisis del bicentenario y el símil con la crisis ocurrida en el centenario ya hace un rato atrás”.

“Hugo nos plantea una manera en que ambos escenarios, desde el centenario al bicentenario, se constituyen como una especie de coyuntura crítica que termina cambiando las tendencias de ciertos fenómenos que veníamos observando en la realidad, y algo de eso pasa a partir de lo que hemos visto tanto en el centenario como en el bicentenario, y creo que hay ahí un aporte muy relevante. Una idea interesante en el trasfondo del texto que es parte de las reflexiones que nos interpelan a quienes estamos en disciplinas como la ciencia política, es la idea de los anhelos y pulsiones populares versus las élites y las instituciones, y qué sucede con esa fractura. En este libro hay un sentido de oportunidad, hace una contribución de un momento específico y de un proceso político aún en desarrollo, aporte relevante porque Hugo se ha planteado una reflexión hace mucho tiempo respecto a qué es lo que significa esta crisis del bicentenario y cómo podemos decodificarla para poder entenderla”, puntualizó.

Por su parte, Agustín Squella, indicó que “este fenómeno va a producir mucha literatura en el país, el libro de Hugo es uno de los primeros y conocemos varios que están en preparación. Yo querría hacerme cargo, aunque el libro no lo menciona de esta manera, del error de repetir desde el 18 de octubre que Chile cambió. Chile no cambió, a partir de ese día Chile se mostró. Había cambiado mucho antes, sin que la mayoría nos diéramos cuenta. No se trata de tocar la oreja de los malos analistas que fuimos, pero seamos francos, la mayoría negaba que en Chile existiera malestar o reducían el malestar a una cuestión de expectativas insatisfechas, como si la sociedad chilena hubiera progresado de tal manera, alcanzado tales niveles de satisfacción, que la gente quería más, cosa que yo me resisto a creer. En Chile hemos presenciado en muy poco tiempo casos graves de corrupción en muchos ámbitos, ¿y qué sociedad puede tragarse todas esas toxinas en menos de tres años sin enfermarse ni enrabiarse?”.

“Hugo se pregunta, sin resolver, ¿esto es protesta, revuelta, desobediencia civil, desobediencia revolucionaria, desobediencia anarquista?, ¿qué es lo que estamos viendo? A mí me parece que aparecen uno u otros rostros por momentos, y eso explica la tardanza y los errores en la reacción del gobierno, pero también en los diagnósticos de la oposición. Yo creo que vemos todos estos rostros según los momentos, y en consecuencia no podemos imputarlo a un solo fenómeno. Como dice el autor, lo cierto es que ahora estamos navegando en Altamar, donde hay mar bravo siempre, y lo más angustioso es que no hay tierra a la vista. Se acabó la taza de leche, el oasis en que creíamos vivir, porque nunca lo hubo”, aseguró.

“Sobre el republicanismo: está bien esa palabra, Hugo la rescata más bien en un sentido restringido a mi juicio, como una saludable división del poder al interior del estado sin una división del poder público o político con el poder que hay en toda la sociedad civil. Hay un alegato en este libro, pero sereno. La República si de algo es enemiga, además de la monarquía, es de la concentración de poder, y en Chile el poder político y económico y de los medios ha estado por décadas muy concentrado. Un republicado no abomina del poder, pero desea que esté lo más fraccionado posible. El republicanismo no es una forma de gobierno, no responde el republicanismo a la pregunta de quién debe gobernar, es más bien una doctrina acerca de para qué o quiénes se gobierna, y la respuesta de una posición republicana es que se gobierna para el bien general o común, no para el bien de los gobernantes o de grupos que lo apoyen. En este sentido, el republicanismo como doctrina, como algo a lo que defender en lo que yo estoy de acuerdo con Hugo, exige gobernantes y gobernados virtuosos, y ahí empiezan mil problemas, porque ¿podemos aspirar a eso tratándose de una actividad como la política, que es una actividad que concierne al poder?, ¿podemos esperar que con ocasión de esa actividad se desplieguen los mejores sentimientos del corazón humano? Yo estaría satisfecho con esperar que no se desplieguen los peores, que es lo que vemos con frecuencia, esperar virtud siempre debemos hacerlo, pero ahí yo tengo problemas con el republicanismo”, cerró.

El autor de la obra, Hugo Herrera, finalizó la jornada indicando que “están lo que yo llamo los polos economicistas en la derecha de guerra fría, y que tienen paralizado un mundo dentro de la derecha para avanzar en este proceso, y el extremo moralizante, que no es moral lo que condeno, sino el moralismo, el intento de dirigir la praxis política directamente a tratar de cambiar las consciencias de las personas. Esos dos extremos podrían estar tensionando el debate político chileno, y la única forma en que logren imponerse posiciones más reflexivas, que le den mayor estabilidad final al país, es que los sectores que están entre estos logren salir de lo que entiendo como una moderación más bien fáctica, que uno aprecia en muchos políticos que a veces tienen sensatez, pero no están a la altura reflexivo-ideológica que uno percibe en los extremos. Creo que ahí hay un sector moderado al que le falta todavía, que es lo que logró en sus buenos momentos la vilipendiada concertación, y más allá de todos los defectos que pueda haber tenido, hay un sector moderado que debe elevarse a un nivel reflexivo mayor, y de eso depende que en el proceso político se decanten grandes acuerdos, y creo que los aportes de Agustín y Gloria operan en esa dirección. Hay aquí una especie de conjunción entre el talante de lo que percibo en el libro, el tipo de comprensión por el que abogo, y por decirlo en términos amplios, dos encarnaciones de este ethos comprensivo o hermenéutico”.

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