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Con diálogo en torno a la literatura inició ciclo de conversatorios “La palabra abierta: derecho, arte y humanidades”

Actividad es organizada por la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, su coordinación de Patrimonio y Acervo Cultural y el Seminario de Arte y Derecho.

Con un diálogo en torno a la importancia y aportes de la literatura, se llevó a cabo la primera sesión del ciclo “La palabra abierta: derecho, arte y humanidades”, organizado por la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, su coordinación de Patrimonio y Acervo Cultural y el Seminario de Arte y Derecho.

Las jornadas tienen por objetivo abrir un espacio interdisciplinar donde confluyan diferentes miradas sobre las humanidades. Durante cada actividad, el profesor y coordinador de Patrimonio y Acervo Cultural de la unidad académica, Camilo Arancibia, entrevistará a especialistas de distintas áreas.

La primera sesión contó con la participación de Diego Falconí abogado y doctor en Teoría Literaria y Literatura Comparada de la Universidad Autónoma de Barcelona, profesor asociado de Literatura de la Universidad Autónoma de Barcelona y académico e investigador de Derecho en la Universidad San Francisco, de Quito (Ecuador).

En su intervención inicial, el profesor Camilo Arancibia explicó que con el ciclo se busca habilitar la palabra, “en el sentido de que están ocurriendo muchas cosas en el mundo, entre ellas una pandemia que nos tiene a todos con mucha incerteza, y una de las pocas certezas es justamente el tránsito de la palabra entre uno y otro, y creemos que en esa conversación entre las humanidades se está produciendo el conocimiento que permite anclarnos al presente y tener perspectivas de futuro”.

“Con este ciclo queremos dar cabida desde la palabra jurídica a otras disciplinas y a quienes las protagonizan, que les toca ejercerla en la academia, la política y la educación, puesto que pensamos que desde las experiencias se generan muchas cosas. En este punto quisiera citar a Hannah Arendt, quien escribe que ‘mi tesis es que el propio pensamiento surge de los incidentes de la experiencia viva, y debe seguir unido a ellos a modo de letrero indicador exclusivo que determina el rumbo’. Y justamente hoy nos acompaña alguien que, desde lo personal, ha forjado una trayectoria relevante en varios tipos de estudio, pero en donde tomamos el derecho y la literatura”, cerró.

Consultado acerca de la literatura y el vínculo con su desarrollo personal, Diego Falconí destacó que ésta es muy importante para él, desde su juventud, “desde luego esa literatura nacional y regional que nos va formando como personas y que es parte de la educación que nos da el estado, independientemente de que sean instituciones estatales o no, ya que el estado tiene una forma de articular el canon literario. Mencionar a los autores del boom: García Márquez, Vargas-Llosa, Cortázar y Donoso. De mi país no había un autor que me enganchase tanto, pero apareció uno que se llama Pablo Palacio, que además era abogado. Me maravilló justamente su capacidad de articular universos absolutamente fuera de la tradición de la literatura, porque nos enseñan mucho del canon literario y de las vanguardias, pero mi generación aprendió muy poco”.

“Siempre me interesó el Derecho, sobre todo los primeros años, que tenían que ver con la teoría del estado, filosofía del derecho, derecho romano, etc., y en ese tiempo Pablo Palacio también fue una inspiración. Luego hice mi subespecialización en derechos humanos, pero me di cuenta del espacio tan complejo en el que vivía, que discriminaba y sigue discriminando a personas no heterosexuales, que tienen deseos y corporalidades diversas. Decidí venir a Barcelona a hacer un doctorado, el cual fue una suerte, ya que tenía elementos importantes para entender la literatura de un modo crítico, saber cómo aquello que me apasionaba, no obstante, también tenía unas construcciones muy particulares, y de las que también tenía que dudar”, subrayó.

“Para mí fue muy importante esa formación en teoría crítica: feminismos, estudios decoloniales, estudios de la negritud, entre otros, que me permitieron entender lo que era la literatura y luego entender lo que era el derecho. Me di cuenta que ese pasado jurídico tenía cosas que decir respecto a la literatura, y que la mezcla de ambas permitía unos análisis críticos que me han resultado interesantes e importantes, y me han permitido realizarme como persona. Me parece que, al fortalecer las academias de derecho con estudios de filosofía, literatura y cine, estamos también ampliando esa posibilidad de interpretación y de debate”, cerró.

El registro completo de la actividad se puede revisar acá: https://bit.ly/3AmlzkL

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