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Segundo foro “Mar Adentro: ideas que zarpan” reunió a destacados expositores en torno al debate sobre legalización o prohibición de las drogas

El panel de expositores fue moderado por el profesor de la Escuela de Derecho Agustín Squella.

Bajo el título “Drogas. ¿Legalizar o prohibir?”, se llevó a cabo el segundo foro del ciclo “Mar Adentro: ideas que zarpan”, espacio de encuentro ciudadano destinado a reflexionar en torno a políticas públicas y a la contingencia política, organizado por la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso.

Participaron como expositores José Luis Guzmán, Doctor en Derecho y profesor de Derecho Penal de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso; Klaus Schmidt-Hebbel, economista y presidente del Consejo Fiscal Asesor del Ministerio de Hacienda; y Sandra Viani, psicóloga Clínica y profesora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Universidad de Chile. El panel fue moderado por el profesor de la Escuela de Derecho, Agustín Squella, quien al inicio de la actividad se refirió a los objetivos de ésta.

Klaus Schmidt-Hebbel: Estrategia mundial de descriminalización y legalización parcial

En primer lugar expuso Klaus Schmidt-Hebbel, quien introdujo el tema asegurando que “el consumo excesivo de drogas y la adicción a ellas -ya sea vino, tabaco, cocaína, heroína o marihuana- es un problema de salud tremendo para el individuo que consume, produce daño a él y a su entorno -familia, sociedad- y le impone un costo al Estado, porque tiene que financiar y de alguna forma hacerse cargo de programas de tratamiento. Por tanto, la evidencia es clara: la adicción a las drogas lleva a pérdidas masivas en salud, en productividad laboral, en calidad de vida y en felicidad de los adictos y de las personas que los rodean”.

Hizo un repaso de la historia de la guerra declarada en los años 60 en Estados Unidos “de forma discriminatoria a la mayoría de las drogas, que son las que se denominan actualmente ‘ilegales’ y cuyo consumo, comercio y producción se persigue criminalmente”. Añadió que, al hacer esto, hemos fallado radicalmente”, explicando que ha habido una derrota masiva en la guerra internacional contra las drogas.

“Entre 1920 y 1933 se experimentó con la prohibición del alcohol en Estados Unidos, en virtud de la cual toda la actividad en torno al alcohol fue ilegalizada y, por tanto, dado una demanda subyacente de la sociedad por alcohol, ésta fue satisfecha a través del comercio ilegal, de la actividad criminal, y eso criminalizó la producción de alcohol. Esto fue un fracaso en el intento de reeducar a la población y transformarla eliminando el consumo de alcohol. La prohibición generó un enorme incentivo para el crimen organizado, las mafias se desarrollaron, primero centradas en el comercio ilegal del alcohol, y después dedicadas a todo tipo de actividades criminales”, agregó.

Después se refirió a los principales argumentos y evidencias que proveen bases para explicar por qué hemos perdido esta guerra contra las drogas actualmente ilegales. “Los recursos financieros que gastan los gobiernos no están reduciendo el mercado de las drogas ilegales. La adicción a la droga ha aumentado muchas veces en las últimas décadas. La ilegalidad de las drogas causa y crea crimen a una escala masiva. Una vez que se declara, la guerra contra las drogas es infinita, porque unas son las drogas que se producen en los campos, y otra cosa distinta y mucho más peligrosa, porque se produce a una escala más masiva y es más difícil de detectar, son las drogas sintéticas que llegan al mercado mundial todos los años. Se produce corrupción, ya que la ilegalidad de las drogas corrompe a los países, y particularmente a los que tienen instituciones débiles. Y existe incoherencia al prohibir algunas drogas y otras no, lo que no se relaciona con su peligrosidad”, añadió.

“Yo creo que el mundo requiere urgentemente una estrategia coordinada internacionalmente, primero de descriminalización y, en segundo lugar, de legalización de muchas drogas. ¿Cuántas y cuáles? No soy yo el experto, eso deben verlo los médicos. Pero una cantidad importante de ellas, las que tienen un impacto sobre la salud individual y del grupo social que sea igual o menor que el impacto del tabaco y el alcohol, deberían estar entre ellas. Esto hay que complementarlo con una política de prevención efectiva y de rehabilitación de los adictos. Esta estrategia tiene que estar basada en cuatro cosas: estar internacionalmente acordada; efectuarse por etapas, partiendo por las drogas menos dañinas y después quizás con las drogas más duras; la regulación de las drogas tiene que ser muy cuidadosa de aquellas que vamos a mantener permanentemente ilegales; y se debe descriminalizar el consumo de drogas”, cerró.

Sandra Viani: Problemas de la legalización de la marihuana y aumento del gasto público

Sandra Viani hizo referencia a una amplia investigación desarrollada junto a otros profesionales desde 2006, respecto al consumo de marihuana en escolares en Chile. “Allí se tocan importantes putos: qué es la marihuana y cómo actúa y el impacto que tiene a nivel de la salud chilena y mundial. La marihuana ha pasado a ser un medicamento y está sirviendo para tratar una serie de enfermedades. Pero ¿quién gana con la legalización? ¿Los enfermos, el mercado, la industria? Los médicos chilenos dicen que el enfermo no va a ganar”.

“Varios estados de Estados Unidos y Uruguay están complicados con cómo revertir el proceso. El modelo islandés no fue legalización, sino que un programa de prevención, que significa recursos que nosotros probablemente como país no vamos a tener, como dice el SENDA. Empezamos a hablar de que la marihuana es medicinal, porque la primera línea de legalización no es legalizarla como droga, sino que legalizar su consumo en términos medicinales. Yo creo que se está vendiendo como un producto medicinal para instalarla como un producto a nivel nacional y mundial netamente lucrativo. No es lo mismo hacer medicina en casa, que en laboratorios con todas las cláusulas que tienen el ISP chileno y la FDA en Estados Unidos para probar que un medicamento es realmente un fármaco seguro. Y aquí estamos tratando de llegar, vía Congreso en lugar de vía ISP, a legalizar la marihuana como medicina”, explicó.

La profesional se refirió a la marihuana desde el punto de vista de sus compuestos químicos, detallando cómo se produce el proceso de recepción en el cerebro, dependiendo de si la marihuana es pura o sintética. Además, se refirió a diferentes mitos en torno a ella: “Una creencia es que entre fumarse un ‘pucho’ y un ‘pito’ es mejor el ‘pito’, y eso es falso, y las voces médicas han estado dando la pelea en los últimos años por tener espacios para demostrarlo. Otro mito es que la marihuana no es adictiva como el alcohol, la heroína, o la cocaína. Claro que tiene un factor adictivo más bajo, pero también es adictiva. Una doctora estadounidense plantea que mientras más temprano comience el consumo de una droga, más probabilidades tengo de ser adicto. Si yo consumo diariamente o en forma recurrente, y comienzo en la pubertad, tengo hasta un 50% de probabilidades de ser adicto a la marihuana. La otra idea errónea es que la marihuana no es droga, y que por lo mismo tampoco es droga de entrada. No, ella es cerradura, entonces aquí son drogas secuenciales: alcohol, tabaco, marihuana. Es de riesgo”, añadió.

Respecto a su investigación, detalló que “hemos estudiado a nivel escolar y juvenil –lo que va de la mano con lo que se viene publicando en toda la última década- un impacto importante en las funciones cognitivas y a nivel psiquiátrico, especialmente con la psicosis, porque la marihuana también tuvo el mito de que no provocaba psicosis. Revistas especializadas hacen referencia al deterioro que produce la marihuana cuando se consume desde la juventud. Las conclusiones van en la misma línea y siguen una tendencia mundial: baja del CI, memoria y cognición, entre otras”.

“En junio de 2019 otro estudio declaró que cualquier tóxico que entre al cerebro en la adolescencia va a ser desastroso, porque la poda neuronal no se va a dar bien, se afinan las conexiones sinápticas para que el cerebro funcione de manera más eficiente y eso no se va a lograr. Lo que más alertó fue la cantidad de cuadros psicóticos en chicos jóvenes, el deterioro cognitivo, emocional e identitario que genera la esquizofrenia, que no tiene vuelta atrás. Además, la Asociación Médica Mundial el 2018 recomendó a los gobiernos no legalizar la marihuana con fines medicinales hasta no contar con más evidencia científica”, añadió.

“Algo muy deprimente es lo que indica la OEA: Chile presenta la más alta prevalencia de consumo de marihuana, tabaco y cocaína en escolares de toda la región, y es tercero en consumo a nivel mundial en población general. Según el SENDA, el principal motivo de consulta de tratamiento de adicción de adolescentes no infractores de ley es la marihuana. Entonces, ¿qué hacemos con el gasto público que la marihuana empieza a generar? Si vivo en un sector vulnerable y me hago adicto, es el Estado el que se hace cargo, pero un Estado como el nuestro, que no es rico, y ¿cómo vamos a tratar a esta masiva población adicta o con daño?”, cerró.

José Luis Guzmán: Drogas como un problema de salud individual y no un problema penal

Finalmente, José Luis Guzmán se refirió al problema de la droga desde el Derecho Penal y la Criminología, asegurando que “en términos penales, para cualquier jurista consciente de su profesión y para cualquier penalista, la regulación legal de las drogas desde fines de los 60 en adelante representa un motivo de perplejidad y gran desánimo, porque la legislación de drogas destruye y aniquila cada uno de los principios rectores del Derecho Penal y Procesal Penal contemporáneos, hasta el extremo de que uno puede afirmar que en la Ley 20.000, que es la nuestra, ya no hay relaciones jurídicas, sino que fácticas”.

“Imagínense -señaló- la contradicción para un profesor que tiene que enseñar que en el Derecho Penal contemporáneo los delitos y las penas están fijados por la ley. Pues la Ley 20.000 se encarga de decir que no, que eso no lo hace la ley, sino que un reglamento, y que el reglamento no lo dicta el Ministerio de Salud, sino que el Ministerio del Interior, que decidió que la marihuana debía ser equiparada a las drogas más graves. Uno explica que esta es una cuestión en que el Derecho Penal se alía con el Derecho Político, con el Derecho Internacional, que en los procedimientos de extradición la entrega de un individuo de un Estado a otro donde delinquió se rige por ciertos principios, y uno de ellos es el de reciprocidad, es decir, que la extradición procede siempre y cuando entre los Estados haya garantía de reciprocidad. La ley de drogas dice que no, que el Estado chileno entregará a delincuentes al extranjero, aunque no haya esa garantía”.

Además, añadió que los delitos “suponen una conducta, una acción u omisión delictuosa. Los delitos de droga no, por lo menos los principales, y allí la figura clave es la tenencia o posesión de droga, y resulta que en ella no hay una acción u omisión punibles que sean equiparables a la de cualquier otro delito. Se supone que los delitos tienen que estar tipificados de una manera exhaustiva en la ley, pero la Ley de Drogas perfora esto constantemente, con la multiplicación de verbos para denotar las actividades delictuosas. Uno explica que en la responsabilidad penal debe haber una cierta relación de proporción entre la conducta sancionada y la respuesta punitiva, y la Ley de Drogas desconoce eso deliberadamente, dado que equipara la punición de la tentativa a la consumación, lo que no se hace en el homicidio, no se hace en la violación, no se hace en el parricidio, en el femicidio, en la falsificación de documentos, en muchos delitos bastante más graves y socialmente más nocivos. Se pena la conspiración, en que no hay tentativa, sino que es simplemente un acuerdo en orden a cometer un delito. La conspiración no pertenece a nuestra tradición, se pena únicamente en los delitos contra la seguridad del Estado y jamás se ha penado, porque los delitos contra la seguridad del Estado en general en Chile no han resultado eficaces”.

“Uno enseña que no es lo mismo ser autor que cómplice de un delito, que son conceptualmente distintos, y el Código Penal así lo establece. En la Ley de Drogas no existe esa distinción, está concebida para que no haya diferencia entre autoría y complicidad, que respondan todos los que intervienen. ¿Ha de haber proporcionalidad en general entre las penas y los delitos? No, por lo menos proporcionalidad externa no existe, porque si comparamos la Ley 20.000 con el Código Penal, las penas de los delitos de droga superan con holgura las de delitos que uno supone más graves”, añadió.

Respecto al área de la Criminología, explicó que “la legislación nacional carece de fundamentación criminológica. No está concebida para prevenir delitos, ni para proteger la salud individual ni pública. ¿Para proteger qué entonces? Eso no lo sabemos. Yo tengo sospechas de que hay otro tipo de intereses que están de por medio, precisamente porque no tiene sustento criminológico. Eso se traduce en efectos criminógenos, o sea, en leyes que están generando y produciendo delitos, en vez de prevenirlos”.

“Existe una contradicción con las reglas del Derecho Penal común. La Ley de Drogas establece una atenuación que puede ser de reducción hasta en 2 grados de penalidad, lo que es muy importante cuando estas penas empiezan en 5 años y un día, si es que ha habido una colaboración eficaz del inculpado, lo que se ha prestado para toda clase de efectos nocivos y un efecto gravísimo en la corrupción de la policía”, detalló.

“En síntesis, no habiendo relaciones jurídicas reguladas en la Ley 20.000, era de esperar que en la práctica operen relaciones puramente fácticas, o sea, relaciones de poder. ¿El Derecho Penal puede hacer algo en el problema de los tóxicos y las drogas? Probablemente no. No se trata de que toda droga y tóxico circule como quiera. Esto debe ser abordado con foco en el individuo, que es el núcleo importante para la democracia. Hay que verlo como un problema de salud individual, que el individuo decide, y no como un problema penal”, cerró.

Revisa el registro audiovisual completo de la actividad, haciendo clic aquí.

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